La muerte y la doncella

(Publicado por Ángela Vidal en su blog cinco sentidos)

Esta película, está basada en la obra de teatro de Ariel Dorfman. Roman Polanski realiza una representación de ese guión que encarnarán Sigourney Weaver, Ben Kingsley y Stuart Wilson.

La película muestra de la mano de Paulina Escobar un testimonio de la tortura vivida por el régimen de Augusto Pinochet en Chile. Ese suceso, junto al hecho de que su marido, Gerardo, halla sido elegido para presidir la comisión de los crímenes del régimen hace que la obra, renueve ese pasado no tan lejano de la dictadura de Pinochet.

Se trata de una memoria subjetiva e individual. Paulina, nunca vio a esos sujetos pero reconoce al médico que la torturó, el doctor Miranda, debido a que escucha su voz, su risa y reconoce su olor. Aquí empieza el conflicto; el médico niega conocer a Paulina, y haber participado en esos actos. Gerardo duda en todo momento de que su mujer esté en lo cierto. La mujer vivió un suceso que marcó su vida de un modo muy negativo, el recuerdo de ese suceso siempre ha estado presente en su memoria pero el conflicto viene debido a que se plantea la cuestión de que el paso del tiempo y las ganas de venganza hagan que sus recuerdos se confundan con la realidad y culpe a una persona equivocada. Por otra parte, Paulina recuerda que el médico mientras realizaba sus torturas y violaciones escuchaba “la muerte y la doncella” de Schubert; en el coche de este sujeto, encuentra una cinta que contiene justamente esa canción. Con esto, observamos que se trata de una memoria sensorial, de ahí que se cree un ambiente de incertidumbre en torno a la realidad de lo que la protagonista nos narra.

Al mismo tiempo, la inmensa cantidad de detalles que aporta, hacen que la historia cobre verosimilitud. La mujer ha vivido el suceso y por lo tanto su testimonio aporta información sobre las diferentes reacciones que tuvo el régimen militar de Pinochet contra la población, las detenciones ilegales que se llevaron a cabo, etc. También vemos como muchos de esos torturadores buscaron coartadas para poder salir impunes de sus actos tras la dictadura; en la película, el médico tiene la justificación de que estuvo haciendo prácticas en Barcelona durante esas fechas mediante la llamada a esa mujer que lo corrobora, aunque no sabemos si esto es cierto o no.

El espectador debe extraer sus propias conclusiones, en ningún momento se determina la culpabilidad del médico. Lo que Paulina cuenta es cierto, son sus recuerdos y forma parte de la memoria histórica de la dictadura chilena pero a pesar de que todo sean indicios que caracterizan al sujeto como culpable ya que confiesa lo que hizo, el final es totalmente abierto y libre debido a que puede entenderse que lo hace bajo presión.

Mediante este testimonio, se da opción a que se haga valer la voz de aquellas personas que vivieron los crímenes de la dictadura chilena. Ese tono autobiográfico transmite al espectador una carga emocional muy grande pero no aporta un conocimiento general del hecho histórico.

La reconstrucción de ese suceso individual y la memoria general de todos aquellos que vivieron casos similares es necesaria para que la historia de Chile no caiga en el olvido y sobre todo, como se muestra en la película, la investigación de los testimonios de los sujetos que vivieron situaciones similares ayuda a que cada uno de ellos encuentre un modo de superar lo que le sucedió; Paulina necesita que el médico reconozca lo que le hizo y se arrepienta, para de este modo poder liberarse a sí misma. Es necesario recordar el pasado para poder vivir el presente “en paz”, no olvidar, para que no se produzcan los mismos errores y así poder reclamar justicia.

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